MOMENTOS COMPARTIDOS


Escalofríos recorren la piel y despacito la atraviesan entrando en un universo de sensaciones inexplicables. El cálido momento incita a querer otro nuevo porque al terminar ese pequeño instante la soledad invade cada parte del ser, y desolado se queda allí sentado echando de menos todo lo grande que se fue. Momentos que se comparten y no se pierden porque grabados van quedando en un rincón donde cabe espacio para mucho más. A cada lado uno distinto pero conectados por los mismos instintos, irracionales, sensacionales, impresionantes, volando por el cielo con los pies surcando lejos del suelo, se elevan y, la vida en esos momentos es de lo más bella. Recuerdos que se sienten después con la misma fuerza o quizás con mucha más, echándolos de menos esperando volver a sentirlos otra vez, arden por dentro y no dejan de ser de nuevo esos momentos compartidos los que me dejan a morir.

FRAGILIDAD


Puede parecer que no está, puede parecer que vuela hacia el infinito y más allá, todo puede parecer pero nada de lo que parece es verdad. La ciudad se despierta cada día, contigo o sin ti. El mundo tiene vida en cada esquina y por más que uno no lo quiera eso perdurará. Se pasea con fragilidad, ya te dije, eso es lo que parece pero tampoco lo vamos a negar. Piénsalo, eso no es sencillo, aunque te detengas nada se va a parar, así pues sigue la rueda y mézclate rodando, como siempre, con tu bella fragilidad. El cielo respira cada noche cuando el sol se va, tu duermes tranquilo y en tus sueños otros vendrán, suspiros entre las sábanas esperando que no lleguen a su final, con malicia me ocupé de recorrer todo tu cuerpo y eso duele al despertar, lo que pareció tan real ahora resultó no ser verdad.

CARAMELOS


Caramelos de colores, encaramados del cielo al suelo van, rojos, naranjas y amarillos mezclados pintan estelas que otros borrarán. Entre las patas de esa araña sintiéndote así de pequeña, tan pequeña que no puedes casi ni respirar, la dulzura la vas recibiendo pero no la puedes saborear. Tan largo el camino y tan deprisa el tiempo va que de niño a viejo recorres el mundo y no te da tiempo casi para mucho más. Mientras, pierdes el tiempo en pensar lo que no debes hacer y, al pensar tanto las horas se suceden, bonitos minutos que vas a perder. Es que no aprendes que es mejor jugar que seguir las reglas, prefieres quedarte mirando mientras los otros se comen todos los caramelos y cuando ya no quede más que el último lo probarás? Descubrirás entonces, en ese momento en el que ya no habrá, que te gustó hacerlo pero no podrás probar ni uno más. Así pues, tira de ellos, sus bellos colores gritan tu nombre para te mezcles en ese alboroto de sabores, conseguirás ser un color nuevo que otros querrán probar.

FELICIDAD



Como buen ángel siempre cerca, feliz de haberle reencontrado, ya existía en mi vida pero quedó callado. Feliz de poder estar a su lado, feliz muy feliz, sin más, lo celebro en esas pausas que alimentan algunas horas del día. Aunque no pueda verla la siento cercana, y eso es lo único que importa, al fin y al cabo, lo único que el pensamiento me regala. Entra con calma, esa anhelada calma que deja que uno siempre sea uno mismo. Permite, y eso incita, a dar mucho más de cuanto se pueda. Bendito, el que no mendiga ese cariño deseado, porque al no hacerlo recibe aún más y con un sabor más preciado. Bendito el que transmite, y sin hablar lo dice todo, y aunque quiera hablar no le hace falta decir nada porque incluso callado todo lo habla. No se pidió, sencillamente ocurrió, llegó con su buen karma en un gran momento, y vistió el camino de horas alegres, da igual, horas cercanas, horas lejanas, eso aquí no tiene importancia, porque en todas ellas con su presencia queda mi alma saciada. Feliz porque con ella puedo ser la misma que soy en la soledad de mi casa. Es ella, como no, mi alma gemela. Un gesto, una mirada, un silencio, una sonrisa, todo se lo lleva y se lo lleva sin robarme nada, un abrazo, el más codiciado, se lo regalo, sutil pero fuerte y para mí lo más preciado.

EL CACTUS


Abrázame, me dijo ese cactus al verme pasar; Cómo te voy a abrazar, pensé, si lleno de pinchos estás. Triste y solo se quedó rodeado de un vacío desolador, el sol a su alrededor abrigándole por esa falta de cariño y amor. Hoy no te quiero abrazar porque me quedé peor que tu, sentada en el camino viendo como lo mejor de mi vida se va, me llena a veces un poquito pero luego desaparece sin más. Esa que he sido en estos días es la que soy en realidad y, nada de lo que vuelvo a ver me deja ser la que he sido sin más. Dejo a ese cactus en la distancia porque sus pinchos, no son los suyos, si no los que llevo yo transparentes sobre esta aparente fina piel, curtida de tanto sufrir, luchar y, a veces incluso, vencer. Me quedo arisca y perdida, me quiero ir hacia la lejanía, porque si no puedo pisar fuerte el escenario ya no sé ni quién soy, y hoy, no quiero ser nadie más.

EL MAR



Que lejos quedó el mar, el cielo encaramado a su cintura le quiere hacer llorar, las nubes agarradas al horizonte oscureciendo el lugar, la nostalgia y el frío le envuelven de tristeza sin más. Ella se sentó a mirarlo y no puede hacer más que mirar y, por más que lo mira y mira no encuentra la manera de dejar de mirar. El azul del cielo se esconde entre todo ello y no se atreve a salir a pasear, aprovecha ese momento para esconderse sin necesidad de tener que explicar nada más, espía en la distancia mientras baila feliz en su soledad. A lo lejos el mar incauto hoy prefiere revolotear con el mal tiempo que se avecina un poquito más allá.