LA ARBOLEDA


Un día el amor llega y lo hace sin la condición de ser querido. Se cuela por la ventana y se cobija bajo las sábanas rozando suave la piel y, como sin dejarse hacer va haciendo, se ancla toda su intención dentro del corazón. Ese amor no tiene dueño, no hay amo que corrija su osada conducta y, desairado va robando una parte del alma. Por más que huyas y quieras esconderte en la espesa arboleda su luz volverá a iluminarte y no podrás escapar de ella. A qué le temes tanto mi bella dama, aquí no hay caballo blanco, ni príncipe azul, sólo tú entre la espesa arboleda y la soledad de tu corazón. A qué le temes princesa, entre tanto esconderte el tiempo de tu reinado se va mermando. Déjate hacer bella dama y pasea bajo la arboleda con esa sonrisa tan bonita que te regaló la vida. Déjate hacer princesa porque al igual que el amor llega sin más, también, puede desaparecer. No te recluyas para siempre atemorizada en la arboleda, ella te guarda, te cuida pero no puede darte lo que el amor te ha venido a traer.