AMAR


Las flores son rojas, las que más me gustan, hay de otros colores pero cada uno las mira a su manera. Yo la busqué roja porque palpita en mi interior con su color, el mismo que el de mi corazón. El olor es profundo y su fragancia se viste de elegancia a mí alrededor, sin pretender conquistar nada conquista todo a cada paso que da. Sentada en la soledad de ese momento, el que queda después de amar y no entiendo, siento como si se hubiesen llevado lo más grande que hay en mí y, esa que soy yo, la veo volar a mi alrededor, flotando y sonriendo sin más. Un segundo, un instante pero como el más grande. Un beso, un abrazo, ese gran abrazo que no sé dar, lo escondo entre las palabras que viajan por este lugar. Amar, sentir, vibrar, ser capaz de todo y más, todo por cuánto me puedan dar, todo por cuánto doy, todo por lo que no hay más que ese don de atravesar el tiempo sin espacio ni lugar. Surcar entre los bastidores de este gran lugar, entrar, salir, que más da, todo da igual y las voces se convierten en esos suspiros que entonan dulces canciones y, los gestos no son más que meros movimientos al azar, después se posarán en algún rincón de la memoria y nos harán recordar. Amar todo aquello cuánto me pueda elevar. Me elevan y cada vez me quiero elevar aún más, droga que probé y deseo probar casi al instante después. Pasión, desenfreno, sin control hasta la saciedad, que el ser se eleve y cada vez se aprenda como la primera al volver a amar, porque se puede amar de mil maneras pero en todas lo único que cuenta es amar de verdad, y entonces el color con que lo sientas, en seguida lo verás.

SECRETOS


Secretos, palabras ocultas que no se aclaman. Secretos, sentimientos que transitan por las llanuras del alma. Escondidos tras el silencio van envenenando la calma. Secretos, a menudo, codiciados por otros y sellados con amargura de quién los aguarda. Se dispersan en el corazón e incluso pueden llegar a enloquecer a la razón. Secretos en las miradas de quién habla, eso proclama algo mucho más grande que sus palabras. Secretos, en los besos robados al viento con una destreza inesperada, de repente, una pausa, el tiempo se para y el beso se alarga. Secretos, y en la soledad de esos secretos todo se apaga, allí dormidos sin sentido se pierden en la distancia; pero con su eco desde el interior se proclaman, intentan escaparse y, al llegar a los labios, por suerte, recuerdan ese beso, dulce, inocente y, entonces se callan.

HUÍDA


Me hablas, me cuentas, me dices, yo escucho, atiendo, creo que no entiendo o quizás lo que prefiero es no entenderlo. Me comentan, lo parlotean, incluso revolotean, ciertas mentiras, engaños, patrañas y pocas verdades. Aburridos, están muy aburridos, de sus vidas, esa pobre existencia que les rodea, que triste tener que mirar en la vida ajena. Me escondo, te enfadas, me recriminas y, a lo mejor, un poco me castigas. Te agradezco, pero padezco con algo de dolor un poco punzante, el sabor de esas palabras, que a veces entrelazadas, pretenden llegar a decir cosas que mis delicados oídos no quieren oír. Mencionas y tengo que escuchar, pero poco importa o quizás mucho, yo sé lo que no quiero, lo que quiero ya se verá. Los silencios también son agradecidos, las sonrisas ya ni te cuento, pero el estado más perfecto puede que sea una simple tarde, así de sencilla, llena de momentos que alimentan un poquito más la vida. Cómo pudiste hacerlo, toc-toc, y alguien entra, no sé hasta cuando pero de momento lo voy disfrutando. En el tiempo perduran los recuerdos, algunos buenos, otros amargos pero con cierta dulzura de ellos me queda siempre algo. Puede que huya, como siempre corriendo hacia otro lado, a lo mejor no quiero atraparlo, el momento más delicioso es estar probando y, el momento en que todo se me convierte en algo un tanto extraño, huyo, sí, sí, hacia el otro lado.

PAJARILLOS


Uno, dos, tres, cuatro y cinco, frágiles y expuestos al mundo salvaje. Escondidos dentro de su capazón protegidos pero desamparados. El destino de uno de ellos quizás será bueno, el de otro ni bueno ni malo, quizás otro no será afortunado, a lo mejor habrá quién tenga buena estrella y, seguro, uno morirá en el intento de haberlo intentado. Pero ellos tendrán plumas, ligeras y con alas fuertes, acumularán horas de vuelo que seguro aún les harán más fuertes y, a la par que fortaleza, aprenderán a vivir con destreza. Sobrevolando el cielo, jugando con las nubes, a ratos con el sol y a otros con la lluvia, pisoteando charcos, escondiéndose en los matojos, luciendo sus cuerpos coloridos y, siendo algo lo más parecido a esos seres libres que tanto imaginamos. Apareándose sin más, hoy este, mañana ya se verá, crearán familias y protegerán a los suyos y, un nuevo ciclo empezará cuando a estos otros les toque aprender a volar, porque ellos seguro tienen plumas y yo sólo las quisiera poder probar.

LÁGRIMA




Rueda por la piel y resbala por el rostro, indica el movimiento hacia abajo como así lo acompaña. Húmeda, salada y emocionada cae ligera sin peso mientras besa la cara, triste y desconsolada, sentimiento del que nace y muere en él sin solventar casi nada y, digo casi nada, porque de su cuerpo ajeno al ojo se vacía una parte importante de la persona que lo acompaña.
Sale de dentro, quizás muy profunda, del alma, se la lleva el viento y en la soledad del silencio nadie la reclama.
(agradezo de todo corazón esta bella lágrima prestada, de una chica que cuando sonríe ilumina al mundo y también mi cara)

FE

Buscar el misterio del vivir sin fe alguna. La llama danza asustada y, curiosamente fría, sigue allí danzando abandonada. Cálida luz que engaña, triste y desconsolada, ella le mira, la otra poco le habla, ella le sopla, la otra escapa y, la historia aquí se acaba. En la fe de todo eso el silencio se proclama.

MOLINOS


Gira y gira y sigue girando sin más, de aquí para allá rodando con el viento, viajando a ningún lugar.
La vida gira y entorno a ella todo da vueltas, pero no somos más que veletas sobrevolando el cielo y de tanto voltear nos mareamos. Volamos como los segundos, suspiramos en cada rodeo que damos y, cuando ya pillamos como va el vuelo nos marchamos a otro lugar lejano. Lo desconozco, no puedo hablar de ello, sólo espero que allí todo sea tan hermoso como lo que aquí veo. Mientras el molino inmóvil contempla el día la luz desciende con triste melancolía y, en un instante sobre mi piel recorre un ligero escalofrío, que me hace sentir esta vida con la que tanto me fascino.