HUÍDA


Me hablas, me cuentas, me dices, yo escucho, atiendo, creo que no entiendo o quizás lo que prefiero es no entenderlo. Me comentan, lo parlotean, incluso revolotean, ciertas mentiras, engaños, patrañas y pocas verdades. Aburridos, están muy aburridos, de sus vidas, esa pobre existencia que les rodea, que triste tener que mirar en la vida ajena. Me escondo, te enfadas, me recriminas y, a lo mejor, un poco me castigas. Te agradezco, pero padezco con algo de dolor un poco punzante, el sabor de esas palabras, que a veces entrelazadas, pretenden llegar a decir cosas que mis delicados oídos no quieren oír. Mencionas y tengo que escuchar, pero poco importa o quizás mucho, yo sé lo que no quiero, lo que quiero ya se verá. Los silencios también son agradecidos, las sonrisas ya ni te cuento, pero el estado más perfecto puede que sea una simple tarde, así de sencilla, llena de momentos que alimentan un poquito más la vida. Cómo pudiste hacerlo, toc-toc, y alguien entra, no sé hasta cuando pero de momento lo voy disfrutando. En el tiempo perduran los recuerdos, algunos buenos, otros amargos pero con cierta dulzura de ellos me queda siempre algo. Puede que huya, como siempre corriendo hacia otro lado, a lo mejor no quiero atraparlo, el momento más delicioso es estar probando y, el momento en que todo se me convierte en algo un tanto extraño, huyo, sí, sí, hacia el otro lado.

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