DRAGONES


Nada tiene sentido cuando empieza a tener demasiada forma, todo toma forma entonces pierde el sentido. El cielo abrió sus puertas y entraron desde allí todo de fuerzas que iluminaron el día pero tomaron formas desapercibidas y las sintió quién supo verlas. En su luz mis ojos se perdieron y en ello dejé la vida, traspasé la frontera de mi cuerpo y navegué como la mejor de las doncellas, sin más, el tiempo me concedió un deseo y me perdí en la época medieval en la que los caballeros luchaban contra los dragones sin darse cuenta que eran ellos los que el poder poseían, el poder de esa fuerza genial para la vida, con su aleteo y su fuego se defendían, volaban sin más a pesar de ser atacados constantemente. La doncella los miraba en la noche en la cima de la torre del castillo, la doncella estaba triste porque no quería que tuviesen que estar constantemente batallando por lo que era su tierra, su destierro no era nada justo. El dragón se mantuvo frente a ella un buen rato, ella le miró fijamente a los ojos y cómplices con la mirada comprendieron que su destino era el mismo, la doncella elevó su mano pidiendo que la llevase con ella, el dragón agachó la cabeza y se la llevó, para siempre, la pena de la doncella desapareció, si no podía con los caballeros se uniría a la fuerza de los dragones que la protegían y le regalaban todo su amor a cambio de nada. Lo dejó todo y se marchó, sin pena alguna, la doncella, así, perduró.

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