EN LA COLINA


En la soledad de este recóndito lugar me sereno en su calma y mientras lo observo todo con cierta distancia respiro el aire que me hace falta. En la cima de la colina pienso en ti como mi mejor medicina, medito sobre todas las horas vividas y te echo de menos en cada esquina. Son pocas todavía pero me han llenado sobretodo de energía, qué tendrá esa muchacha que me ha enganchado con tantas ganas, a pensarla, a sufrirla con todas sus penas y alegrías, a quererla en cada minuto en que sé que aún respira. Sobrevuelo con la mirada como un pájaro en su descanso, no hay norte ni sur hacia donde importe que se meneen las alas, un sencillo paro de tregua en el disfrute de esta calma que parenciendo tan pequeño resulta ser algo grande y, me deja sentir el alma, que hoy dormida pero no olvidada. Miro al vacío y siento el aire como entre mis manos pasa, acaricia despacio mi cara y me peina con sus dedos, resbala por mi espalda, suave me eleva y me pierdo en la distancia, y así respiro otra vez el aire que me hace falta.

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