En el mundo hay miles de placeres, todos con sabores diferentes, con la de vueltas que he dado ya, cada vez me cuestan un poco más de encontrar. Algunos ya los he vivido parecen repetidos pero me saben distintos. No me rindo, a pesar de ello, indago e indago hasta percibir otro nuevo que se convierte en algo más selecto, y es por ello que también resulta ser más bueno. Ayer viví otra noche mágica, noche de reyes, una más en la historia de nuestras vidas, en este caso me trajeron cosas maravillosas, momentos inolvidables entre notas musicales, compartiendo mi energía hasta saciarme con toda la gente. Bailo, salto, canto, lo doy todo como si fuera la primera y la última vez que lo hago. Cada bolo es diferente y en los nervios entre bastidores espero tener triunfos devastadores. La responsabilidad de ello crece constante en mi mente pero de repente me entrego a sentirlo todo y de mi interior nace sin pensarlo demasiado, lo siento dentro y lo regalo. Esperando siempre el siguiente como nuevo y diferente, sabe bien, y como no, con ello consigo otro sabor con un placer incomparable a los que tuve anteriormente.
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