SILENCIO



Contra todo pronóstico siento el silencio surcar. Ruidos en la ciudad que se pasean por aquí y allá atravesando en continuo movimiento. Desde mi ventana los puedo escuchar, pero sin más desaparecen cuando de silencios se abastecen los pensamientos que me llevan a otro lugar. Las flores de mayo aparecen en diciembre, las lluvias de abril quizás serán en agosto y, en los últimos días de la primavera perecerá inquieta, allí inmóvil, una flor que ha nacido en otro lugar. Viendo la vida pasar, sintiendo que hoy no está donde debe estar, se dejará llevar por las nuevas sensaciones de ese especial hogar. Está aquí, está allí, no importan las raíces porque en el rumbo del camino conocerá nuevos destinos. Se puede oler su miedo que aterrado se pregunta, sin motivo aparente, qué es lo que le impide poder dejar semillas que a otros quizás les hará brotar. La importancia de todo ello no reside más que en un pequeño esfuerzo de continuidad y, si no lo hay, sembrará sin contemplaciones con sus mejores intenciones, esos instantes que surgen en cada día sin esperar mucho más que ver otro nuevo amanecer. Disfrutando a cada instante pasará de un estado a otro dejando por fin de temer. Hoy está aquí, mañana allí, no es cuestión de preguntarse hacia dónde irá, tan solo sentir que en esa tierra, en la que no le tocó habitar, podrá contagiarse de constantes vitales nuevas que no pensó encontrar jamás.
Siento el silencio surcar, ruidos en la ciudad, pero a pesar de ello la serenidad me envuelve y, con ello no necesito mucho más. Cubrirme sutil con un manto que deje traspasar esas nuevas sensaciones que regalo y seguro algo me traerán.

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