ELLA


Pienso, en qué pienso, no eso no es, más bien siento, y qué siento, mil cosas, algunas las entiendo otras solo las veo y no comprendo. Pero de repente ella aparece y mientras me estiro en el vacío de una habitación oscura, yo voy y la pienso. Ella, ella no habla pero no me hace falta, ella me escribe y se acerca más, no se lo pido pero me gusta que lo haga.
Ella tiene una sonrisa con magia y una mirada fuerte y decidida, a ella nada le falta, o lo que le falta no lo habla. Pero así es ella y eso me encanta, es libre, desenfadada y casi casi nada le espanta, y digo casi porque a veces falla, en algún gesto perdido se le nota esa falta, falta que no es mala, signo de vida con ganas de aprender todavía. Ella, ella me habla con su cámara, me mira y mira y cuando dispara pilla mi alma, y yo le digo todo con miradas, y en el silencio de todo eso nos encontramos sin palabras. Y que bello es el silencio más cuando te habla. Y a nosotras nos habla, y si encima usamos la palabra, en la distancia sin gesto ni nada, aún nos fascinamos más por toda la conexión que a veces me espanta, pero el espanto no es malo. Me tiemblan las piernas, me siento como una niña en un mundo en el que no hubiese nada y mi alrededor se distorsiona, entonces giro el gesto de mis ojos hacia arriba y veo las estrellas. Las estrellas, siempre en calma, serenas, tranquilas, brillan sin causa, brillan y bailan, yo las miro y quiero tocarlas pero están lejanas y solo puedo admirarlas.
Siento, todo dentro, varias cosas, todas inexactas pero las siento y las lanzo con la mirada, y si alguien las capta es ella siempre con su cámara. Tanta realidad me abruma pero sin indulgencia provoco la inocencia que se me pierde, se pierde en estos días en los que parecemos tener que ser de acero, con las prisas nada se plasma pero ella lo calma, viene a mí, y todo lo que pienso lo vuelvo a sentir dentro, entonces sin más ella vuelve y consigue reflejar otra vez mi alma.

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